jueves, 22 de julio de 2010

ASI SON LAS COSAS!

Oscar Yanes
ayanes@cantv.net



Antes de recibir el título tomó una decisión: defender derechos humanos del leproso.
El sabio Jacinto Convit

El Dr. Jacinto Convit no solo es un pastoreño ilustre, sino un científico que con su esfuerzo sin mezquindad ninguna se ha entregado a la investigación con el noble objeto de combatir la muerte y la pobreza, y algo más: defender el derecho de vivir dignamente haciendo valer lo más noble que debe tener un ser humano: su libertad.

Convit, con su vacuna contra la lepra, derrotó a la muerte y consagró a humanos aislados, humillados y despreciados por un mal despiadado, su derecho a vivir con dignidad.

La lepra es la coalición de la muerte con el desprecio a la decencia. Desde tiempos inmemoriales el enfermo de lepra debía ir tocando una campana para que la gente se escondiera a su paso y evitar el contagio. Moisés se preocupó por los leprosos y aquel gran legislador dictó normas de conducta para que dejaran a los enfermos vivir en paz, pero más pudo el miedo. Al leproso se le perseguía, no para curarlo sino para separarlo de la sociedad, porque su dolencia era calificada de maldición divina.

Convit se graduó de médico en 1938 y un año antes, en 1937, fue con el Dr. Martín Vegas al leprocomio de Cabo Blanco y antes de recibir el título tomó una decisión: defender derechos humanos del leproso. Y allí está su grandeza. Su preocupación no solo era curar al enfermo sino que se le respetara. No admitía enfermos encadenados. Para mí, Convit, además de ser un sabio en investigación médica, es el mejor defensor de derechos humanos que ha parido este país.

Convit ha logrado fama mundial con sus investigaciones (Candidato al Premio Nobel y Premio Príncipe de Asturias) pero muchos olvidan que esas investigaciones permitieron que esos seres segregados se incorporaran a la sociedad, con dignidad. Antes de Convit el leproso perdía sus derechos. No es suficiente el estudio y la investigación en la formación de un médico: ES SER JACINTO CONVIT, el muchacho viejo que aún disfruta jugando a la perinola, al trompo, y que no es capaz de cambiar aunque sea la arepa con queso que le prepara su querida Rafaela por un suculento plato de cualquier gurmé.

Es el hombre íntegro, que recuerda mariposas que en su infancia volaban del Ávila a su casa en La Pastora. El médico que como un padre acoge a jóvenes prospectos de la medicina y los forma e integra a su trabajo para que sin egoísmo alguno puedan en una mañana dar continuidad a la investigación que transformará a este país.

El sombrero era símbolo de respetabilidad. Cuando alguien hacía historia y era admirado y reconocido en cualquier terreno: en la música, teatro, toros o la universidad se decía: "Ante fulano hay que quitarse el sombrero". Hoy podemos decir con orgullo criollo: "Ante Jacinto Convit hay que quitarse el sombrero".

El 9 de junio la Sociedad Médica del Instituto La Floresta, Oswaldo Karam a la cabeza y René Sotelo, abrió el auditorio Jacinto Convit. Gran homenaje de nuevas generaciones a un venezolano excepcional.

Así son las cosas.

3 comentarios:

Bernardo dijo...

Yo he tenido la suerte de conocer a Jacinto Convit y me refiero a conversar con él en mi casa y de solo verlo, se aprecia su calidad humanay la tranqulidad que transmite. Yo lo felicito y espero que el reconocimiento sea tan grande como la dedicación que ha tenido para con las personas.

Flora Convit B dijo...

La historia de los más grandes acontecimientos, es historia de hombres que tuvieron la valentía de afrontar el mundo por sí solos.
El que obra por un fin bueno, no se equivoca jamás.
Dr Jacinto Convit, siga adelante, la humanidad lo necesita.Mis bendiciones.
Flora Convit B.

Edison Nava dijo...

Excelente semblanza del Dr.Convit, como corresponde a su pluma, pero además, oportuna. Hoy más que nunca Convit necesita de un ejército que contenga los ataques que recibe y le permitan consagrar por entero su tiempo a su noble causa. Así son las cosas...