Patricia Marcano
viernes, 09 julio 7:29 AM
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Caracas. Como todo protocolo a seguir en el desarrollo de una vacuna, la inmunoterapia contra el cáncer, desarrollada por el doctor Jacinto Convit, empezó por donde se debe: experimentando con animales.
En el laboratorio de Bioquímica-producción de vacunas, del Instituto de Biomedicina (al lado del Hospital Vargas de Caracas), Ángela Ávila y María Argelia Polegre, asistentes del doctor Convit, explicaron que en el año 2006 empezaron a hacer las pruebas en ratones, hámsters y cobayos (conejillos de Indias). Los cobayos fueron los que dieron respuesta a la BCG, y por ello siguieron aplicando los estudios en esta especie, "respetando siempre sus derechos como animales", aclaró Polegre.
Sin dar muchos detalles, por tratarse de información científica confidencial, ambas indicaron que se siguió el protocolo diseñado por Convit y los experimentos (muchísimos, aclaran) contaron con el aval del comité de ética del Instituto.
Luego, tras ver los resultados positivos, el doctor Convit, junto con el jefe de cirugía oncológica del hospital Luis Razetti, deciden aplicar la autovacuna contra el cáncer a pacientes. Ávila aclaró que aún siguen realizando estudios en animales, pues la investigación continúa en desarrollo.
"Esto lo viene haciendo mi abuelo desde hace 70 años; él llega a este proyecto por las similitudes que consiguió en el tratamiento de la lepra y leishmaniasis, de la respuesta inmunológica que da la BCG, de sus conocimientos, estudios y tratamientos aplicados. La autovacuna no surgió de la noche a la mañana, esto es algo de toda la vida", expresa Ana Federica Convit, nieta del doctor.
Hasta ahora, varios médicos oncólogos han contactado a Jacinto Convit para colaborar en esta investigación, que ha evidenciado mejoría de los pacientes entre los dos y tres meses luego de haber iniciado el tratamiento de inmunoterapia contra el cáncer.
Trabas. Críticas destructivas contra esta investigación han empezado a surgir. Quienes han estado junto al doctor Jacinto Convit recuerdan que en la década de los 90, se cuestionó el protocolo que usó para obtener una vacuna contra la leishmaniasis. Ante el revuelo, la OMS envió al país, por solicitud del doctor, a un comité de bioética, desde Ginebra, para hacer una especie de auditoría externa y el informe arrojó que se cumplieron los protocolos internacionales de ley. Como resultado, Convit fue nombrado héroe de la salud pública de América y Venezuela.
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