El eminente doctor cumplirá 100 años en septiembre. (Foto Carlos Blanco)
En la celebración de su 80° aniversario, el diario El Carabobeño creó un premio epónimo para honrar a quienes con su esfuerzo impulsan el desarrollo del país desde sus respectivas trincheras.
La cultura, la ciencia, el arte, la economía, los gremios, la labor social son sometidas al escrutinio de quienes conforman el jurado seleccionador de este premio que, por decisión unánime, será otorgado al doctor Jacinto Convit.
El eminente científico venezolano, quien el próximo 11 de septiembre cumple 100 años en pleno uso de sus facultades con su mente puesta en la ayuda al prójimo, inclinación que lo ha acompañado a lo largo de su existencia, estará representado en el acto de entrega por su nieta Ana Federica Convit, encargada de la fundación epónima, desde la cual persisten las investigaciones tendentes al hallazgo de la cura de distintas enfermedades.
En las páginas de El Carabobeño se ha escrito la historia de Venezuela. Personajes como el doctor Jacinto Convit y muchos otros, han sido protagonistas del acontecer nacional y a reconocer su esfuerzo está dedicado el premio creado por iniciativa del licenciado Eduardo Alemán Pérez, director del Diario del Centro.
Hijo de Francisco Convit y de Flora García, españoles nacionalizados venezolanos, nació en La Pastora, en Caracas. Estudió en el liceo Andrés Bello, donde fue un destacado alumno del maestro Rómulo Gallegos. En 1938 egresó como doctor en Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela, a la cual ingresó 6 años antes.
Su interés por estudiar la lepra comenzó en 1937, un año antes de graduarse, cuando por invitación del doctor Martín Vegas, pionero en los estudios sobre la enfermedad, conoció la vieja casona de Cabo Blanco en el estado Vargas, que albergaba a cientos de pacientes afectados por lacería o lepra, despreciados por la sociedad, encadenados y hasta custodiados por policías.
Luego de controlar la lepra y otras enfermedades endémicas, el doctor Convit creó el Instituto Nacional de Dermatología, que posteriormente se llamó Instituto de Biomedicina (IB), que dirige desde 1972, y desde 1973 es la sede del Centro Internacional de Investigación y Adiestramiento sobre Lepra y Enfermedades afines de la Organización Panamericana y Mundial de la Salud. Allí surgió un modelo de vacuna contra la lepra, que sirvió de base para la vacuna contra la leishmaniasis.
En 1988 se realizaron gestiones para su nominación al Premio Nobel de Medicina, por el desarrollo de la vacuna contra la lepra. Un año antes recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
Es miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología, de la Sociedad Venezolana de Alergología y de la Sociedad Venezolana de Salud Pública. Fue presidente de la Asociación Internacional de la Lepra (ILA), director del Centro Cooperativo para el Estudio Histológico y Clasificación de la Lepra, presidente de la International Journal of Leprosy Corporation, director del Centro Panamericano de Investigación y Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales.
El 28 de febrero de 2011 fue condecorado con La Legión de Honor, la más alta distinción honorífica de la República Francesa.
En El Carabobeño también se le reconoce como uno de los ilustres venezolanos que dignamente representa a la Venezuela creativa, trabajadora, pujante.
La entrega del premio Diario El Carabobeño se efectuará el domingo 1º de septiembre, en el auditorio Eladio Alemán Sucre de este diario. (CG)
Humildad y ganas de seguir trabajando
“Todo lo hice por ayudar a los enfermos”. A sus casi 100 años, que cumple el próximo 11 de septiembre, el doctor Jacinto Convit aún piensa en cómo seguirlo haciendo. Desde su residencia en La Florida, en Caracas, comenta su satisfacción por ayudar a la población. Está agradecido con quienes reconocen su esfuerzo, su lucha desinteresada, su vocación de servicio. El creador de la vacuna contra la lepra demuestra una lucidez impresionante, ganas de seguir viviendo y de seguir aportando sus ideas en beneficio de la sociedad venezolana y del mundo, a las que ha servido desde hace casi 80 años. El doctor Convit no hace alarde de sus logros. Es un hombre humilde que muestra sentimientos de aprecio hacia sus pacientes, hacia su personal, hacia sus pupilos. Agradece las muestras de admiración y de solidaridad que permanentemente recibe de la gente. “Eso me satisface mucho. Quiero seguir trabajando”.
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